Corría el año 2005, mayo para ser exactos. Estábamos en plena recta final...el último tramo de la temporada y cuatro equipos se disputaban dos puestos para ascender a Liga Nacional. Por orden, iban así: líder León, segundo el Sur, tercero el Zamora y cuarto el Atlético Bembibre.
Una semana antes, el Sur de Miguel Merino, había ganado al Navega de Salamanca (2-1), hizo lo propio entre semana en Sanabria (1-3) y el sábado santo ganó a uno de sus rivales directos, el Zamora, en casa (3-1). Las posibilidades de ascenso crecían proporcionalmente a lo que crecía la presión y el cansancio para un auténtico grupo de amigos, que era aquel año ese equipo, que nunca se imaginaban donde se iban a meter.

Todo empezó cuando recibimos la hora y el día del partido: Domingo 17.00horas, cuando los horarios siempre habían sido: sábado a las 16.00h. o domingo a las 12.00. El mister, avisó: "chicos, nos espera una buena encerrona". El campo donde estaba previsto el partido estaba en todo el centro del pueblo, cuando toda la temporada había jugado el equipo berciano en uno alejado de la localidad y con pista de atletismo.
Aquel estadio donde jugó aquel grupo de amigos, tenía los vestuarios debajo de la grada, una pared de metal detrás de una portería donde por arriba de aquella pared oxidada se dejaban ver unos altos edificios, cuyos balcones estaban colmados de gente, (al estilo campo del Rayo Vallecano).
Salió el autocar con destino el Bierzo, a primera hora de la mañana, desde el Matadero. Fili, el conductor y que hace muchísimo que no veo, nos ponía todo tipo de música, y para rebajar el ambiente, micrófono en mano empezaba a contar sus numerosos chistes.
Llegamos a Bembibre, teníamos reservado restaurante, pero el ambiente a batalla se podía oler en las calles. Tras el plato de pasta, carne y ensalada, nos dimos el paseo y tomamos el café (sólo con hielo). Nos sentamos en el parque anexo al estadio y empezamos a mentalizarnos. Merino cogió su cuaderno y empezó a preparar el choque.
Salimos a ver el campo: duro como si fuera cemento...botas con tacos de plástico claramente. Y cinco minutos más tarde entramos a cambiarnos. Apenas se podía escuchar la charla del míster antes del calentamiento del mundanal ruido que hacía la gente encima de nuestras cabezas. Salimos a calentar acongojados de lo que se nos iba a venir encima...
CONTINUARÁ...
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